Después de estos años
escribiendo relatos y algunas historias, hoy me acuerdo de lo que contaba una
de mis vecinas cuando yo era pequeña y ellas algunas muy mayores y otra no
tanto.
Los hombres se iban a pasar el
rato a las bodegas, las mujeres después de hacer las tareas de la casa, el día
que no tenían que ir a lavar la ropa al arroyo o a trabajar al campo
cogían su canasto de mimbre, su
costurero y su silla y se salían a coser a la puerta de la calle. Se remendaban
las sábanas, los pantalones y se zurcían los calcetines y las medias. Una tarde
que estaba yo con ellas una comenzó a decir, os acordáis lo que le paso al hijo
de la María por “valiente y fanfarrón” un día que estaban casi todos los mozos
del pueblo juntos discutían quien era el más valiente, lo que hacían unos y lo
que hacían otros. Fanfarroneando el hijo de la María dijo: vamos a demostrarlo
entrando dentro del cementerio dando una vuelta alrededor y luego salir, todos
dijeron que no irían por miedo y por respeto a los muertos, este dijo, yo sí.
Cuando fueron las doce de la noche subieron todos juntos esperando a que
saltara el muchacho, cuando salto por la puerta noto como le agarraban por
detrás y muerto de miedo gritaba. ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Ayudadme!, ¡Socorredme!,
¡que me agarran! ¡Que me agarran! Los mozos que estaban fuera corrieron muertos
de miedo hacia el pueblo llegaron a sus casas blancos como la jalbiegue,
avisaron a su familia y a la del muchacho, al cura, al alcalde, cogieron los
faroles y todos juntos subieron al cementerio a ver lo que allí pasaba.
Cuando estaban en la puerta se
oía una vocecilla que decía, suéltame hombre que soy joven todavía, entonces
las gentes del pueblo con mucho miedo todos juntos decidieron abrir la puerta,
donde agarraban al muchacho y cual fue su sorpresa que en la puerta había un
clavo muy grande que el muchacho se había quedado enganchado por la espalda al
saltar y era el que le agarraba, desengancharon al mocetón y todos se fueron a
sus casas, el muchacho estuvo mucho tiempo enfermo y nunca más volvió a
fanfarronear.
Esta la historia que yo oí
cuando yo era pequeña y nunca olvide.
Concepción
Sánchez Colino
Muy bonita y auténtica. Antes se contaban muchas historias en Cadalso que tenían como protagonistas las cosas de los muertos...
ResponderEliminarEnhorabuena, Conchi.
Gracias, Conchi pronto pondre la misma historia pero en verso de otra alumna, son increibles, es una pena que quieran quitarnos la educación de adultos.
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