sábado, 24 de noviembre de 2012

LEYENDA DE UN FANFARRÓN

Esta historia tiene la misma temática que la de Concepción Sánchez; Victoria al escuchar el relato de Conchi, le sirvió de inspiración para ella escribirlo en verso. como veréis todas unas artístas.
Espero que os guste tanto como el anterior.

LEYENDA DE UN FANFARRÓN de Victoria López García

Estaban en la taberna, una panda de mozuelos.

de merendona y chateo, costumbres de nuestro pueblo.
Un vasito y otro más, buen chorizo, buenos huevos,

somarros de la matanza, y hasta rosquillas comieron.

Terminaron la merienda, todo el vino del puchero.

-      ¿Qué hacemos ahora, muchachos?. Las mozas ya están durmiendo.
El más gracioso de todos, sin pensarlo ni un momento propuso

-      A ver quién es el valiente, que esta noche oscura y fría

se cuela en el cementerio.

Nunca falta el fanfarrón, quizá por ser el más necio,

que se ofrece a hacer la gracia

aunque se…………. de miedo.

Era una noche sin luna, fría y oscura, de invierno.

No había  gentes por las calles, algún perro callejero.

El maullido de los gatos disfrutando de su celo.

De vez en cuando el saludo, que lanzaban los serenos,

arropados con las capas, cubiertos con los sombreros,

sin más luz que unos faroles, y algún candil medio ciego.

Subieron la cuesta arriba, camino del cementerio.

A la derecha la Peña, enfrente la Sierra,

fueron siluetas de gigantes, fantasmas quietos, certeros,

de observar lo que se cuece, en Cadalso y sus senderos.

Ya divisaban las tapias, la puerta cerrada vieron.

-      Hay qué saltarla, ¡ayudadme!

Y a ver que me encuentro dentro.

Le ayudaron a subir, todos con gresca rieron.

Al caer al otro lado, no llego a tocar el suelo.

-      ¿Qué es esto que me sujeta? Clavando sus uñas siento,

-      Ha traspasado mi faja, mi camisa, me ha calado hasta los huesos.

-      ¡Tened compasión de mi, que yo morirme no quiero!

-      ¡Soltadme, perdón os pido!

Soy joven, algo inconsciente y un poco borracho vengo.

¡Tened piedad, tengo madre! Que sufrirá si fallezco.

Un calor que le escurría, patas abajo corriendo;

maloliente, corrompido, ¡se estaba descomponiendo!

-      ¿Qué será? Fijo la mano descompuesta de algún muerto

que me sujeta tan fuerte. Mano parece de acero.

-      ¡¡Amigos!! ¡¡venid a ayudarme!!

-      ¡No consintáis que me lleven, a los fuegos del infierno!

por perturbar su descanso. Por faltarles el respeto.

Los amigos temerosos, camino abajo corriendo,

más que correr galopaban, perdiendo capa y sombreros,

fueron a casa del cura, que dormía placentero.

-      Señor, venid con nosotros. Coged la llave e incienso.

Purificar esas almas, que a nuestro amigo prendieron.

Al dar la vuelta a la iglesia, escucharon los lamentos.

Llegaron hasta la puerta, el cura abrió y…

¿Qué vieron? Colgado de un clavo a un mozo borrachín y descompuesto.

No había tal mano, era un clavo, que había clavado el herrero.

Para sujetar el cubo, del pozo que hay allí dentro.

Victoria López García

1 comentario:

  1. Ocurrente y muy bien escrito. Digno de la gente cadalseña de la cual Victoria se erige, por derecho propio, poetisa del mes...
    A seguir con vuestra bonita e inspirada literatura cadalseña. ¡Ánimo!
    Miguel Moreno González

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